En el camino espiritual que propone Alcohólicos Anónimos (AA), muchos miembros encuentran consuelo y dirección en diferentes oraciones y lecturas que ayudan a fortalecer su compromiso diario con la sobriedad, la humildad y el servicio. Una de las oraciones más queridas y utilizadas dentro de la comunidad es la llamada Oración de San Francisco, que aparece en el capítulo correspondiente al Undécimo Paso del libro Doce Pasos y Doce Tradiciones. Aunque no es parte del texto original del “Libro Grande”, ha sido adoptada por muchos como un símbolo poderoso de transformación personal y servicio a los demás.
¿QUÉ DICE LA ORACIÓN?
La Oración de San Francisco dice lo siguiente:
Señor, haz de mí un instrumento de tu paz.
Que donde haya odio, yo lleve amor;
donde haya ofensa, yo lleve perdón;
donde haya discordia, yo lleve unión;
donde haya error, yo lleve la verdad;
donde haya duda, yo lleve la fe;
donde haya desesperación, yo lleve esperanza;
donde haya tinieblas, yo lleve la luz;
donde haya tristeza, yo lleve alegría.
Oh Maestro, que no busque tanto
ser consolado como consolar;
ser comprendido como comprender;
ser amado como amar.
Porque es dando que se recibe;
perdonando que se es perdonado;
y muriendo que se resucita a la vida eterna.
UN REFLEJO DEL ESPÍRITU DE AA
La oración comienza con un pedido simple pero profundo: ser un instrumento de paz. En AA, esa paz no solo es interna sino también externa. La recuperación no se trata solo de dejar de beber, sino de vivir de una manera nueva, con un corazón dispuesto a reparar, comprender y ayudar.
Muchos miembros se identifican con esa necesidad de llevar amor donde antes causaban daño, de ofrecer perdón donde antes hubo rencor, y de buscar la verdad luego de años de autoengaño. El mensaje central es el servicio a los demás como camino hacia la recuperación.
EL UNDÉCIMO PASO Y LA ORACIÓN
El Undécimo Paso dice:
"Buscamos a través de la oración y la meditación mejorar nuestro contacto consciente con Dios, como nosotros lo concebimos, pidiéndole solamente que nos dejara conocer su voluntad para con nosotros y nos diera la fortaleza para cumplirla."
Es justamente en este contexto donde aparece la Oración de San Francisco. No se trata de una oración para pedir cosas, sino una guía para cómo vivir. Nos invita a dejar de centrarnos en lo que necesitamos y comenzar a pensar en lo que podemos dar. Esta actitud marca una diferencia radical respecto a la vida que muchos llevaban antes de llegar a AA, dominada por el ego, el resentimiento y la necesidad de controlar todo.
EL CAMBIO DE ENFOQUE: DE MÍ AL OTRO
Una de las frases más potentes es:
“Que no busque tanto ser comprendido como comprender.”
Esto refleja la transformación esencial en el programa. A través de los pasos, los miembros de AA aprenden a soltar el papel de víctimas, a asumir responsabilidad por sus actos y a buscar cómo pueden ser útiles a otros. Ya no se trata de ser el centro, sino de formar parte de algo más grande.
Muchos encuentran en esta oración una forma práctica de meditación diaria. Repetirla por la mañana o antes de dormir ayuda a establecer una actitud serena, humilde y enfocada en el servicio.
LA VERDADERA RECOMPENSA: DAR
La línea final:
“Porque es dando que se recibe…”
Resume una de las grandes paradojas espirituales que muchos descubren en AA. Cuanto más se da —de tiempo, atención, escucha, ayuda a otros miembros— más se recibe en forma de serenidad, gratitud y sentido de propósito. En una comunidad donde compartir la experiencia, fortaleza y esperanza es esencial, esta oración es casi un manual práctico de cómo vivir el programa.
LO QUE REPRESENTA EN CADA UNO DE NOSOTROS
Lo importante de ésta oración es lo que representa en cada uno de nosotros. En AA, no importa la religión, la creencia o la falta de ella. Lo importante es el deseo de cambiar y de vivir en sobriedad un día a la vez.
Para muchos miembros, esta oración simboliza un compromiso con el cambio interior y un recordatorio diario de cómo actuar con los demás. Es una herramienta espiritual que, sin importar cuántos años de sobriedad se tengan, sigue siendo relevante y poderosa.
Conclusión
La Oración de San Francisco no es una fórmula mágica, pero sí un mapa del alma. Es una guía para vivir de forma más generosa, más compasiva y más útil. En AA, donde el crecimiento espiritual va de la mano del servicio, esta oración ha encontrado un hogar y un eco en miles de corazones.
Si aún no la has integrado a tu práctica diaria, te invito a que la leas con calma, la medites, y descubras qué significa para ti. Tal vez encuentres en ella una luz para tu camino… y para el de otros.