Cuando pensamos en los orígenes de Alcohólicos Anónimos, casi siempre se menciona a sus dos cofundadores: Bill W. y el Dr. Bob. Sin embargo, hay una figura que, aunque no formó parte directa del movimiento, tuvo una influencia decisiva en el despertar espiritual que dio origen a AA. Ese hombre fue el psiquiatra suizo Carl Gustav Jung, uno de los pensadores más influyentes del siglo XX.
Su participación en esta historia no fue planificada, ni mucho menos intencional, pero las palabras que le dijo a un paciente alcohólico encendieron una cadena de eventos que, años después, salvaría millones de vidas. Esta es esa historia.
EL ALCOHÓLICO QUE FUE A VER A CARL JUNG
A principios de los años 30, Rowland Hazard, un estadounidense adinerado, buscó tratamiento en Europa con el famoso psiquiatra Carl Jung. Rowland llevaba años intentando dejar la bebida, pero sin éxito. Desesperado, pensó que la mente brillante de Jung podría ayudarle a salir del infierno del alcoholismo.
Jung trabajó con él durante un tiempo, pero finalmente llegó a una conclusión clara: el caso de Rowland era incurable desde el punto de vista médico y psicológico. Así se lo dijo con honestidad. Pero luego añadió algo crucial: "En casos como el suyo, la única posibilidad de recuperación sería una transformación espiritual completa, una experiencia tipo conversión". Esas palabras encendieron una chispa en Rowland.
UN CAMBIO DE VIDA ESPIRITUAL
Movido por el consejo de Jung, Rowland regresó a Estados Unidos y se unió a un grupo llamado los Grupos Oxford, un movimiento cristiano que promovía el cambio de vida a través de la confesión, el perdón, la oración y el servicio a los demás. Allí comenzó a experimentar una vida más sobria y con propósito.
Más adelante, Rowland compartió su experiencia con otro alcohólico llamado Ebby Thacher, quien también logró mantenerse sobrio aplicando estos principios espirituales. Y fue Ebby quien finalmente llevó este mensaje de esperanza y transformación a Bill Wilson, un corredor de bolsa de Nueva York sumido en el alcoholismo.
LA EXPERIENCIA ESPIRITUAL DE BILL W.
En 1934, internado en el hospital Towns por su problema con la bebida, Bill Wilson escuchó de boca de Ebby algo impactante: que un "poder superior" podía restaurarle la cordura. Poco después, Bill tuvo su propia experiencia espiritual. En sus propias palabras, dijo que sintió como si "la habitación se llenara de una luz blanca y una sensación de paz", y que supo, sin duda alguna, que estaba libre del alcohol.
Esa fue la semilla de lo que más tarde se convertiría en Alcohólicos Anónimos, fundado oficialmente en 1935 junto con el Dr. Bob. Un programa basado no en la fuerza de voluntad, sino en la rendición espiritual y la ayuda mutua.
LA CARTA DE AGRADECIMIENTO DE BILL W. A CARL JUNG
Décadas más tarde, en 1961, Bill Wilson decidió escribirle una carta a Carl Jung para expresarle su gratitud. En esa carta le explicó cómo sus palabras a Rowland Hazard —aquellas que sugerían que solo una experiencia espiritual podía salvarlo— fueron el primer paso en la creación de un movimiento mundial que ya había ayudado a millones de personas.
Aquí un fragmento de esa carta:
“Por lo que él me contó, usted le dijo que su caso era desesperado, excepto que pudiera experimentar una transformación espiritual o religiosa. [...] Usted ha sido en gran parte responsable de que un número considerable de otros alcohólicos también encontraran una experiencia espiritual que les ha mantenido sobrios desde entonces”.
LA RESPUESTA DE CARL JUNG: "SPIRITUS CONTRA SPIRITUM"
Jung respondió con una carta hermosa y profunda. En ella reconoció con humildad que no sabía lo que había ocurrido con Rowland después de su tratamiento, pero se alegraba enormemente al saber que su consejo había dado fruto.
Lo más impactante fue una reflexión que dejó escrita en latín:
“Spiritus contra spiritum”
En latín, spiritus significa tanto "alcohol" como "espíritu". Jung explicó que muchas personas buscan en el alcohol una conexión espiritual mal dirigida. El anhelo profundo de sentido, de trascendencia, de Dios, se expresa a veces —trágicamente— a través de la bebida.
Por eso, dijo Jung, el verdadero antídoto no era la represión ni la voluntad, sino otro tipo de espíritu: el Espíritu de lo Alto.
LA ENFERMEDAD DEL ALMA
Lo que Jung estaba diciendo, y que coincide profundamente con los Doce Pasos, es que el alcoholismo es una enfermedad del alma. Por eso, el paso más importante no es dejar de beber, sino abrirse a una experiencia espiritual transformadora. No importa cómo la llames: Poder Superior, Dios, el Universo, lo Divino. Lo esencial es reconocer que uno solo no puede, pero con ayuda de algo mayor, sí es posible.
REFLEXIÓN FINAL
Esta historia nos recuerda que la recuperación no es un camino puramente psicológico, ni exclusivamente médico. Es un camino espiritual. Lo supo Carl Jung, lo vivió Bill W., y lo sabemos hoy cada uno de los que caminamos un día a la vez.
Gracias a ese encuentro inesperado entre un psiquiatra suizo y un alcohólico estadounidense, nació un mensaje que sigue transformando vidas:
“Lo que el alcohol prometía falsamente, el Espíritu lo cumple de verdad”.