La tribuna: un espacio de libertad y sanación

La tribuna: un espacio de libertad y sanación

En Alcohólicos Anónimos, cada reunión tiene un corazón que late con fuerza: la tribuna. Ese lugar, que puede ser una simple silla, un atril o incluso un espacio simbólico dentro del círculo, se convierte en el escenario donde cada compañero tiene la oportunidad de abrir su corazón y compartir. A primera vista parece algo sencillo: hablar unos minutos frente a otros. Pero en realidad, la tribuna es un espacio de libertad, de sanación y de profundo encuentro con uno mismo y con los demás.

LA LIBERTAD DE HABLAR SIN MIEDO

Durante años, muchos de nosotros vivimos atrapados en el silencio, en la vergüenza o en la culpa. Había cosas que jamás nos atrevimos a contar: errores, resentimientos, secretos, dolores. El alcohol fue, en muchos casos, un refugio para evitar enfrentar esas verdades.

En la tribuna, sin embargo, descubrimos un terreno distinto. Nadie nos juzga, nadie nos interrumpe, nadie nos corrige. Podemos hablar de lo que sentimos, de lo que pensamos, de lo que hemos vivido. Esa libertad es sanadora, porque nos permite soltar el peso de la represión y descubrir que lo que llevamos dentro no nos destruye cuando lo compartimos; al contrario, se vuelve más ligero.

LA SANACIÓN QUE VIENE DE COMPARTIR

La tribuna no es un confesionario ni un lugar para buscar aplausos. Es un espacio donde las palabras se transforman en medicina. Al narrar nuestra experiencia, muchas veces desordenada y llena de emociones, algo en nuestro interior empieza a ordenarse.

Decir en voz alta lo que durante años cargamos en silencio nos libera. Lo que parecía insoportable deja de serlo al ponerlo en palabras. En muchos casos, lo que sucede en la tribuna es una verdadera CATARSIS: un desahogo profundo que nos limpia por dentro y abre paso a la serenidad. Además, el simple acto de escuchar nuestra propia voz contando nuestra historia nos ayuda a vernos desde fuera y a comprendernos mejor. La tribuna nos recuerda que no somos víctimas ni tampoco villanos, sino seres humanos en proceso de recuperación.

ESCUCHAR TAMBIÉN ES SANAR

La tribuna no solo es un regalo para quien habla, sino también para quienes escuchan. Muchas veces, las palabras de otro compañero logran decir lo que nosotros mismos no sabemos expresar. En su testimonio encontramos reflejo, identificación y, sobre todo, esperanza.

Cuando escuchamos sin juzgar y con el corazón abierto, también participamos del milagro de la tribuna. El silencio respetuoso de los compañeros es parte de la sanación, porque nos enseña a valorar el dolor y la alegría del otro como propios.

EL VALOR DE LA HONESTIDAD

En AA aprendemos que la recuperación comienza con la honestidad. La tribuna es un entrenamiento constante en esa virtud. No necesitamos discursos bonitos ni frases ensayadas; lo que sana es la verdad dicha desde el corazón.

Muchas veces, al subir, sentimos miedo o vergüenza. Pero con el tiempo descubrimos que la vulnerabilidad no es debilidad, sino fortaleza. Mostrar nuestras heridas abre camino para que otros también se atrevan a mostrar las suyas.

LA TRIBUNA COMO REFLEJO DEL PROGRAMA

Los Doce Pasos nos invitan a practicar principios espirituales como la humildad, la aceptación, el perdón y la esperanza. En la tribuna, esos principios cobran vida. Al hablar de nuestras caídas y victorias, estamos ejercitando la humildad. Al escuchar a otros sin juzgar, practicamos la tolerancia. Al identificarnos con lo compartido, fortalecemos la unidad.

La tribuna es, en cierto modo, un laboratorio espiritual donde ensayamos lo que luego llevamos a la vida cotidiana.

UN ESPACIO QUE NOS PERTENECE A TODOS

Cada miembro, sin importar su tiempo en el programa, tiene derecho a la tribuna. No importa si apenas llegamos y aún no entendemos mucho, o si llevamos años trabajando en los pasos. Cada voz cuenta, porque cada historia aporta un matiz único al mosaico de experiencias que forman el grupo.

Este espacio nos recuerda que en AA todos somos iguales. Nadie vale más por hablar bonito o por tener más tiempo sobrio. Lo que nos une es la sinceridad y el deseo de mantenernos un día más sin beber.

CONCLUSIÓN: LA TRIBUNA COMO UN REGALO DE VIDA

En el mundo de afuera, pocas veces encontramos lugares donde podamos hablar con total libertad, sin temor a ser criticados o rechazados. La tribuna es un regalo que nos ofrece AA: un espacio seguro para expresar, sanar y crecer.

Cada vez que alguien sube a compartir, está regalando un pedazo de su vida a los demás. Y cada vez que escuchamos, recibimos la oportunidad de aprender, de identificarnos y de recordar que no estamos solos.

La tribuna es más que un espacio físico: es un puente entre el corazón herido y la esperanza de la recuperación. Es un símbolo de que la libertad y la sanación no solo son posibles, sino que se viven aquí y ahora, palabra por palabra, experiencia tras experiencia.